Chistes Varios para Arrastrarse de Risa - #39

Un tio se asoma a la ventana y ve un entierro con una concurrencia
increible, cientos de miles de mogollones de personas, asi que baja a la
calle y al primero que ve le pregunta:
-Quien es el difunto?
-No se, pregunte mas adelante.
Bueno, se repite la situacion varias veces, y siempre le dicen que
pregunte mas alante, hasta que llega a la cabecera del entierro donde hay
un tio con un perro, y le pregunta:
-Sabe usted quien es el difunto?
-Si, era mi mujer.
-Oh! lo siento! le acompaño en el sentimiento.
-No tiene por que. La odiaba. De hecho la he matado yo.
-Si? Y como ha salido impune?
-Porque este perro esta especialmente adiestrado y diciendo
la orden adecuada despedaza a la victima y nadie sospecha.
-Ah! Y no me podria alquilar el perrito por un dia?
-Si me ofrece un buen precio.
-200 talegos?
-Bueno, 300 y cierro el trato.
-Venga va!, me lo puedo llevar ahora?
-No, no, pongase a la cola, como los demas!!!

Dos amigos que van por primera vez a un partido de futbol. Los
tios que no se enteran de lo que va la cosa y al cabo de un rato se
percatan de que todo el campo esta insultando al arbitro; "cabron,
malnacido, imbecil, no eres peor porque no te entrenas". A esto que uno
le pregunta a otro:
- Oye, a quien le estan diciendo eso ????
- Al de negro.
- Ah!, no me extraña, lleva media hora en el campo y todavia no
ha tocao bola.

Cuando Abraham Lincoln trabajaba de abogado, no se dejaba tentar
por cuotas faciles e intentaba evitar juicios innecesarios. Pero en
cierta ocasion le visito un hombre queriendo demandar a un acreedor que
le debia dos dolares y medio. Lincoln intento disuadirle, haciendole ver
que, incluso ganando el juicio, sus honorarios como abogado ascenderian
a diez dolares, que tendria que pagar el demandante; sin embargo, su
cliente estaba tan determinado a vengarse que iba a buscar otro abogado
para iniciar el pleito, asi que finalmente Lincoln accedio a
representarle. Tras cobrar los diez dolares, Lincoln dio cinco al
demandado, que en un rapido juicio reconocio su deuda y pago los dos
dolares y medio. (The Little Brown Book Of Anecdotes, editado por
Clifton Fadiman.)